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    En yate por el Caribe

    Sebastián Urzúa
    Escrito por Sebastián Urzúa | 04 noviembre 2019

    Desde hace un tiempo con tres parejas de amigos hacemos viajes en catamarán por distintas zonas del mundo, algo que se está convirtiendo en tendencia.

    Hace unos años fuimos a las Islas Vírgenes Británicas y otra vez a Croacia. Este año decidimos conocer otra zona del mar Caribe, por lo que a principios de junio nos embarcamos en un yate a recorrer las islas de Saint Martin, Anguila y Saint Barth, pertenecientes a las Antillas Menores.

     

    Yate en aguas tropicales del Caribe
    Yate en aguas tropicales del Caribe

     

    Hay diversas opciones y lugares para alquilar embarcaciones, de diferentes modelos y capacidad, con o sin tripulación, o bien solo con el capitán. Esta última opción es tal vez la más recomendable ya que el capitán además de dominar completamente la nave, siempre es un amplio conocedor de rutas, caletas y puertos.

    Nos gusta este tipo de viajes porque tiene una buena combinación entre descanso y deporte. En el grupo todos somos aficionados a los deportes por lo que una parte importante de estos paseos son las actividades, como nadar y salir a correr. De hecho, este año, dado que me estaba preparando para una carrera, llevé un rodillo para poner una bicicleta estática a bordo del barco.

    Además es un tipo de viaje que te permite ir a lugares aislados, sobre todo porque siempre buscamos hacerlos en épocas donde no haya mucha gente. En general son destinos muy tranquilos; en muchas islas estás absolutamente solo.

    Gestionamos la reserva del catamarán a través de Travel Security. Era un itinerario de siete noches a bordo de un Lagoon 52, que tenía cinco cabinas, cocina, un comedor exterior grande y una zona delantera con reposeras donde pasábamos la mayor parte del tiempo. En el yate no había televisión ni wifi, por lo que el viaje era bastante desconectado. Eso es parte de lo que nos gusta.

    Además de nosotros, a bordo iba solo el capitán, oriundo de Santa Lucía, quien navegaba desde un segundo piso. Aunque nos recomendaron un itinerario, fuimos adaptándolo con el capitán según lo que buscábamos, que era básicamente estar en lugares más aislados en el día y en la noche llegar a islas donde pudiéramos salir a comer.

     

    Barcos en la marina de Marigot
     
    Barcos en la marina de Marigot, Saint Martin

     

    Partimos en Saint Martin, una isla grande, mitad francesa y mitad holandesa (también es conocida como Sint Maarten). No es una isla muy desarrollada, pero tiene harta gente.

    En general, nuestra rutina era hacer deporte en la mañana, volver a tomar desayuno y después zarpar a otra isla. Comprábamos comida (productos locales y frescos, como pescados y mariscos) para cocinar nosotros mismos el almuerzo a bordo.

    Todos los días hacíamos snorkeling, practicábamos stand up paddle y salíamos a andar en dinghy, una especie de zodiac que usábamos para bajar a tierra en algunos lugares. Por las tardes llegábamos a alguna isla para comer en un restaurante local.

    Para dormir, de preferencia nos deteníamos en lugares aislados que no estuvieran llenos de botes; ideal anclarnos en una bahía sin gente. En algunos lugares este tema es más regulado y hay que anclar en los puertos, por lo que nuestras recaladas fueron una combinación de ambas opciones.

     

    RUTA PERSONALIZADA

    Después de Saint Martin fuimos a Anguila, un territorio británico de ultramar que recorrimos bastante. Tiene playas bonitas en sus lados este y oeste, y un desarrollo casi nulo al interior. Cerca de ahí fuimos a unas islas pequeñas muy lindas: Dog Island y Prickley Pear Cays. Esta última era realmente increíble, con aguas cristalinas y roqueríos espectaculares.

    Esta isla la encontramos gracias al capitán. Su experiencia es súper importante a la hora de navegar por el conocimiento que tiene de las rutas. En general, en estos viajes siempre ayudamos en la navegación, pero esta vez en especial participamos bastante porque nos tocó mucho viento, por lo que utilizamos más la vela. Eso fue entretenido.

     

    Vista aerea de Saint Barth
     
    Vista aérea de Saint Barth

     

    Por último visitamos Saint Barth, una isla mucho más desarrollada, con un pueblo bonito y muy estiloso. Es una colectividad de ultramar francesa, por lo que todo era francés. En esta isla había muchas tiendas, se veía mucho yate y había varios resorts, playas y sectores para recorrer. Arrendamos Vespas, que es algo que nos gusta hacer para recorrer las islas.

    Aunque este viaje lo hicimos con amigos, creo que es un súper viaje familiar también; hace unos años lo hice con mi familia en Tahiti y fue increíble.

    En cuanto a tipo de viajeros, es ideal para gente que no busca quedarse en hoteles llenos de estrellas (aunque hay catamaranes de todos los presupuestos). Esto es para gente relajada, que quiere pasarlo bien un rato, cocinar un poco y hacer su propio itinerario sin que nadie le diga dónde ir. No es estructurado, no es como subirse a un crucero y andar por rutas conocidas. Aquí te subes y te bajas “a la pinta de uno”.

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