El Cajón del Maipo nunca dejará de sorprendernos con sus rincones. Esta vez tuve la suerte de conocer un lugar ideal para hacer avistamiento de cóndores y tener una vista increíble de los dos valles: sur y norte. Una perfecta escapada cerca de Santiago.
Cuando escuché de Las Majadas de Pirque, lo primero que hice fue averiguar qué significaba su nombre. Así llegué a su definición: “lugar de descanso”. Qué real se hace este nombre cuando vas desde Santiago un viernes después de la oficina con toda la carga de una semana de trabajo intenso. La verdad, el taco a la salida de la capital se hace tedioso, pero cuando uno llega a este lugar todo desaparece.
Las Majadas se emplaza en la comuna rural de Pirque, al suroriente de Santiago. Esta zona es conocida por su riqueza agrícola y vitivinícola y su fértil tierra. Por eso, en el sector hay muchas viñas, como Concha y Toro, Haras de Pirque, El Principal, Apaltagua, Alyan, William Fevre y Lafken. Gracias a eso, en Pirque se pueden realizar algunas de las actividades turísticas más atractivas relacionadas a la aventura, la naturaleza y el vino.
Al llegar allá, el silencio te envuelve y las luces de la moderna estructura del Hotel Las Majadas de Pirque dan una sensación de calidez, incluso antes de entrar. Existe un relajo con solo respirar el frío aire pírquense. Esto era todo lo que necesitaba: desconexión. Los grillos grillaban y el viento producía el sonido crujiente de las hojas otoñales al caer de los árboles. El ritmo acelerado de Santiago había desaparecido por completo.
HOTEL Y RESTAURANTE DE LAS MAJADAS DE PIRQUE
El Palacio Las Majadas de Pirque fue construido en 1907 por el arquitecto Alberto Cruz Montt, sobre parte de una antigua construcción. El parque que lo rodea se encargó al paisajista francés Guillermo Renner, quien lo rediseñó aprovechando los árboles existentes y plantando numerosas otras especies exóticas, siguiendo la tradición de la época. En el año 2010 lo adquirió Wenceslao Casares, quien lo restauró para convertirlo en un Centro de Reuniones.
En 2016 inauguraron el Hotel Las Majadas de Pirque. Se trata de un edificio cálido en el que utilizaron materiales nobles como encinas y olmos, y cuyo interiorismo invita al descanso y la desconexión. Tiene 50 habitaciones (de cuatro categorías), con vista al maravilloso parque, un lugar perfecto para descansar después de una jornada de trabajo, pasar un fin de semana en pareja o disfrutar con la familia y amigos.
El hotel me transportó a una cabaña acogedora y a la vez moderna. Un equilibrio perfecto entre lo cálido y lo vanguardista. Mi pieza me invitaba a descansar, pero mi apetito me obligaba a comer.
Emplazado en el mismo edificio del hotel, en una moderna y acogedora construcción integrada, el restaurante Sequoia tiene un diseño minimalista y de aires nórdicos. Es muy luminoso y tiene una linda vista al parque. La apuesta gastronómica aquí consiste en preparaciones frescas y sabrosas, con ingredientes locales y estacionales, y una carta de vinos que recoge lo mejor de las viñas del Valle del Maipo, reconocidas por sus tintos.
Así fue como tuve mi primer deleite gastronómico en este lugar: camarones al pil pil para partir, fettuccini con tinta de calamar junto con salmón de fondo, y una textura de chocolate para el postre. Todo esto acompañado de mucha buena onda. La calidad humana de cada una de las personas que me atendió hizo que cada plato tuviera un mejor sabor. Esta comida me hizo recuperar toda la energía perdida durante la semana (lo prometo).
Quizás es justamente esto lo que me llevó a entusiasmarme a hacer un trekking al día siguiente. De hecho, ese es el motivo principal de esta historia.
TREKKING EN EL CAJÓN DEL MAIPO
Eran las 8:30 AM y yo nuevamente figuraba en el restaurante, pero esta vez degustando un muy buen desayuno. ¡Imposible describirlo con palabras! Sobre todo el delicioso huevo benedictino.
A eso de las nueve me encontré con Lorenzo, quién sería mi guía, y Andrés, el conductor. Destaco la minuciosidad de Andrés con el protocolo Covid. Nos tomó la temperatura, desinfectó las manos y los zapatos y además nos hizo sentarnos distanciados, algo que me hizo sentir muy segura.
La hora y media que nos demoramos desde el Hotel Las Majadas de Pirque hasta el centro de esquí Lagunillas, en el Cajón del Maipo, pasó volando. Aquí partimos el trekking hacia el Morro Bayo. Nos acompañaba un día nublado pero agradable, y la mejor parte: sin nadie más que nosotros.
El sendero del principio nos ofreció una vista privilegiada al cordón montañoso sur. Aquí sentí una paz total cuando fui consciente de lo rodeada de montañas que me encontraba. Con el viento helado en la cara y un ritmo de caminata agradable, olvidé los días de cuarentena. Esto era todo lo que necesitaba.
En el camino, Lorenzo nos iba hablando de la flora y fauna del lugar, y también de los molestosos “cadillos” de las plantas que nos iban pinchando, por lo que recomiendo ir con pantalón largo o calcetines medios si van con shorts.
El primer cerro que nos conquistó fue el San Lorenzo. Lo teníamos encima y la variedad de colores aún expuestos sin nieve lo hacían robarse todas las miradas. Al llegar arriba, nos impactó una vista distinta; ahora podíamos ver, además de las montañas del sur, todas las del norte, siendo visibles cerros como El Plomo, La Paloma, el San Ramón y muchos otros. Por esto, algunos llaman a este lugar del Cajón del Maipo como el “Mirador Dos Valles”.
Aquí el frío ya empezaba a sentirse, pero la vista invitaba a quedarse un buen rato. Sentados entre montañas, los cóndores volaban a pocos metros de nosotros, e incluso podíamos escuchar el sonido de sus alas cuando pasaban arriba nuestro. Este lugar es un must, sobre todo para los fotógrafos amantes de estos animales.
A la vuelta fuimos siguiendo las huellas de un posible puma. Lorenzo nos mostraba las huellas y nos explicaba las diferencias que tienen las de un puma con las de otros animales.
El camino en general no tiene mucha pendiente, la primera y la última subida son las más “duras”, pero desde mi punto de vista este trekking es apto para todos, siendo muy accesible incluso para niños. A eso de las 15 horas ya estábamos abajo y llegamos a las 16 horas al Hotel Las Majadas de Pirque, listos para conocer un poco más de la historia de Las Majadas.
PARQUE Y TOUR POR EL PALACIO LAS MAJADAS DE PIRQUE
En Las Majadas de Pirque tienen distintos programas diseñados especialmente para la desconexión y el relajo. Cada uno busca que los visitantes disfruten del parque, del hotel, de la gastronomía y de la belleza del entorno. De esta manera, puedes personalizar tu escapada cerca de Santiago.
Con una copa de vino comenzaba el tour liderado por Christian, un hombre de la zona, muy entretenido y con mucho conocimiento del lugar. Gracias a su narración fue posible que viajáramos al pasado.
Con el grupo caminamos por el parque observando las más de 60 especies de árboles que hay, y que si llegáramos a contabilizar la huerta (en donde cosechan las verduras utilizadas en el restaurante) y las plantas silvestres que crecen, podrían llegar a ser más de mil. La secuoya se transformó en mi árbol favorito del lugar. También se pueden ver peumos, araucarias, cedros, cipreses, palmeras y encinos, entre otras especies distribuidas en las ocho hectáreas.
Gracias a este tour pudimos entrar al Palacio Las Majadas de Pirque y recorrer todos sus pisos, los que fueron adaptados principalmente para hacer conferencias.
CHARLA Y DEGUSTACIÓN DE VINOS
A eso de las 17 horas nos habíamos inscrito en una charla de vinos llamada “La influencia francesa en el vino chileno”, dictada por Gonzalo Rojas, Director Ejecutivo de Vinífera, una empresa consultora especializada en el desarrollo de asesorías técnicas en materia vinícola.
La verdad, me reconozco una ignorante en temas de enología y creo que por lo mismo la charla de Gonzalo me pareció tan interesante. Yo no sabía cosas básicas como que la alta insolación de la uva es la que hace que nuestro vino tenga tan buen sabor, y eso se debe únicamente a nuestro clima mediterráneo, por lo demás, muy único en el mundo.
Fuera de que Rojas era un hombre que sabía mucho, era entretenido ir tomando vino mientras él iba comentando lo que le parecía. Me acuerdo del primero: un carmenere gran reserva, criado en roble francés. Gonzalo comentaba: “Este vino incorpora aroma del tostado. Tiene el típico aroma de frutos del bosque, pimentón, cuero, cacao y chocolate amargo”. Mientras yo iba afinando (algo) mi olfato y gusto. Probablemente sin él diciendo estas cosas yo jamás hubiese identificado tantos olores y sabores, pero tenerlo de guía fue una forma de ser más detallista a la hora de degustar.
Sin duda esta fue una charla muy entretenida e interesante, donde estuvimos más de dos horas teniendo un dialogo amistoso con este hombre que estaba abierto a resolver todas nuestras dudas.
Esta vez, mi estadía en Las Majadas de Pirque no solo fue salir a enamorarme de los rincones y la fauna del Cajón del Maipo, sino también descansar en un lugar acogedor, deleitarme con buena gastronomía e incorporar conocimientos muy interesantes sobre el vino en mi cabeza.
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