Amo al verbo soleado de mi dulce Armenia;
Amo el matiz plañidero y lloroso de nuestra antigua viola,
Y el embriagador perfume de nuestras rosas, flores color sangre.
Amo la danza cadenciosa y lasciva de las hijas de Nairi.
–Yeghishe Charents
La famosa poetisa armenia que escribió este lindo poema describe de cierta manera la misteriosa belleza de este desconocido país. ¿Sabías que los armenios fueron los primeros en adoptar el cristianismo como religión nacional, por tradición, el año 301 después de Cristo?
La leyenda cuenta que un tal Rey Abgar intercambió cartas con Jesús, invitándolo a que lo visitara a realizar sus maravillas allí. Jesús prometió mandar a alguien de entre sus seguidores. De acuerdo a los eventos registrados en la Biblia, dos de los apóstoles –Tadeo y Bartolomeo– son considerados como quienes extendieron la palabra de Dios al norte, a Anatolia, Asia Menor y hacia las montañas del Cáucaso.
¿Dónde queda Armenia? Siendo uno de los pueblos más antiguos del mundo, los armenios hoy en día poseen un territorio pequeño en el mapa, en el sur de Transcaucasia, limitando al oeste con Turquía, al norte con Georgia, al este con Azerbaiyán y al sur con Irán. La capital de Armenia es Ereván.
Debido a su situación geográfica, los armenios a lo largo de su historia han aprendido a luchar, resistir, proteger su cultura, idioma e identidad religiosa.
El siglo XX es un ejemplo claro de lo sufrido por este pueblo; el genocidio armenio a manos de los Jóvenes Turcos y la incorporación a la Unión Soviética –URSS– como una de sus 15 repúblicas en el año 1923, ilustran su sufrimiento.
En nuestro viaje a Armenia, algo acerca de este acontecimiento pudimos conocer en una visita al Monumento a las Víctimas del Genocidio Armenio, el cual tiene un museo y árboles plantados por cristianos ortodoxos, Papas católicos y distintos mandatarios de países que reconocen esta dolorosa etapa de la historia de este país.
Viajar a Armenia no se puede hacer sin un guía de habla hispana. Casi nadie habla inglés y para poder empaparte de su historia, cultura y tradición, debes tener a alguien a quien puedas entender, a no ser que comprendas el idioma armenio.
La sociedad es abierta, pero al mismo tiempo muy conservadora y tradicional, donde la familia es lo más importante. En este contexto, el hombre juega un rol patriarcal.
Armenia es conocida por sus impactantes y antiquísimos monasterios e iglesias. Las primeras construcciones cristianas se remontan al siglo VI antes de Cristo.
En nuestro viaje a Armenia visitamos varias de ellas, que son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, y con justificada razón. Se ven impecablemente bien mantenidas, y para los armenios son motivo de orgullo. La historia se respira en estos lugares.
Algunos de estos monasterios están inmersos dentro de una vegetación tupida y otros en paisajes rocosos. Están construidos con una piedra amarilla o gris, generalmente talladas tanto en su interior como exterior. Dentro de las construcciones puedes apreciar imágenes de personas, aves, ángeles, rosetones y finas figuras geométricas, entre otros. Los frescos con motivos cristianos relatan extractos del Antiguo y Nuevo Testamento.
El cristianismo es uno de los bastiones de Armenia, pero hay que recalcar que los monasterios tenían otra muy importante función: el de educar. Por eso, varios de ellos se convirtieron en centros del saber para los más ilustrados. Hasta el día de hoy, al viajar a Armenia puedes encontrar monjes viviendo en ellos.
Destaca Zvartnots, los restos de una catedral del siglo VII que permaneció en pie hasta el siglo X y que fue descubierta en el siglo XX. Hoy fue añadida a la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.
En nuestro viaje a Armenia conocimos también el Monasterio de Geghard y el Monasterio de Noravank, unos de los más hermosos reconocidos por los mismos armenios.
Conmueve el amor de los armenios a su sagrado Monte Ararat, donde, dice la tradición, se encuentra el Arca de Noé, que hoy solo pueden mirar, pero no tocar, pues está en territorio turco.
La artesanía armenia generalmente la puedes encontrar en ferias abiertas los días sábados y domingos. Debo reconocer que en mi viaje a Armenia me compré algunas joyas de plata a precios más que convenientes.
La comida típica tampoco defraudó. Uno de sus platos típicos es la Dolma, una carne picada mezclada con arroz y una variedad de hierbas y especias que se envuelve en hojas de uva fresca. El Lavash es un pan tradicional que encanta y el jugo de granada no se puede dejar de tomar. Lo venden en todas las esquinas en unos carritos donde exprimen la fruta delante de ti.
La realidad armenia es un paso difícil del régimen soviético al capitalismo, del bloqueo económico a las consecuencias de la guerra. Pero al mismo tiempo, tiene una vitalidad asombrosa y una aspiración de poder construir un futuro digno.
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